Alternancia en la universidad.
- Ing jorgeromero
- 3 mar 2021
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ALTERNANCIA EN LA UNIVERSIDAD[1]
Desde que se produjeron los protocolos de bioseguridad y se superaron las diferentes restricciones en torno al COVID-19, el retorno a los lugares de trabajo ha sido paulatino. Desde agosto del año 2020 cada empresa privada o institución pública ha tomado (en la mayoría de los casos) un conjunto de medidas para la adecuación de sus espacios físicos y de sus jornadas laborales y así, garantizar la “normalidad” para la realización de sus actividades. Esta situación ha llegado a las universidades y colegios del país, lugares cuyas particularidades ponen en evidencia mucho más que la necesidad de dotaciones, adecuaciones y capacitaciones.
En mi caso, la universidad es mi lugar de trabajo; un escenario que se ha adaptado y, en medio de todo, ha transformado para cumplir y dar respuesta a los requerimientos que las autoridades locales (regionales) y nacionales (en Colombia) han solicitado en torno a la “normalidad” del quehacer académico. Diferentes medidas de distancias (áreas, alturas), cantidades (dispositivos y suministros), jornadas (horas, días), entre otras, han sido replanteadas para garantizar el retorno al aula y las buenas prácticas de bioseguridad en las clases.
Así, la virtualidad de la jornada académica dio comienzo en el segundo semestre del año 2020, a la comunicación vía Streaming; la realización del trabajo se hizo primordialmente desde casa. Luego, en septiembre, se permitió la llegada de “una primera ola” con un 50 % de estudiantes que asistieron de manera presencial, mientras que el otro 50% se mantuvo en la virtualidad[2]; situación que, hasta cierto punto, permitió el desarrollo de jornadas de clase de manera segura.
Ahora, en lo que va del año 2021, las autoridades han viabilizado el modelo de alternancia académica para que la institución universitaria permita la llegada de “una segunda ola” de estudiantes con jornadas que alcanzan tres días presenciales y dos virtuales. Esta figura, según mi experiencia, ha sido validada mediante la preparación de los distintos escenarios que componen la universidad y mediante la señalización en piso, paredes, entradas, salidas, aulas, cafeterías, zonas de descanso, parqueaderos, baterías de baños, áreas administrativas, entre otras y a través de diferentes mecanismos de comunicación, como: televisores internos, redes sociales y sitios web de la universidad; de tal manera que se garantice la “normalidad” académica a partir de la cuarta semana de febrero[3].
Ha llegado la última semana de febrero y el retorno de los estudiantes ha empezado. El consentimiento de sus padres de familia o de ellos mismos (por su mayoría de edad) custodia y respalda la formalidad con la que se asume la presencialidad universitaria. Empero, el ánimo y la alegría de resarcir el tiempo que la distancia, la virtualidad y la bioseguridad le dejó al vínculo social, se ha desdibujado por la soberbia y el descuido juvenil (y en algunos casos, de ciertos adultos). Van dos semanas de compartir entre todos aulas, cafeterías, zonas de descanso, parqueaderos, baterías de baños, áreas administrativas, corredores y demás zonas comunes, y ya se visibilizan actitudes infantiles, arrogancias juveniles, desatenciones y descuidos por parte de los estudiantes que, mediante el desconocimiento en diferentes oportunidades de los protocolos, las señalizaciones y las medidas de bioseguridad establecidas por la institución universitaria, muestran que la estancia en su casa y la convivencia con sus familiares –en los casi 12 meses que lleva la pandemia en Colombia y la región– se volvió una trivialidad.
Una vez más la Institución de Educación Superior hereda la responsabilidad que, desde cada hogar, ha redundado en educar a sus hijos y fomentar valores de respeto, atención y cumplimiento por parte de los jóvenes que decidieron realizar sus estudios superiores en la Universidad. Esto es, hacerle entender a cada joven que la situación actual va más allá de ser “una exageración” y que requiere de su adecuado comportamiento, pues a esta coyuntura subyace el ejercicio académico de estar preparando los escenarios, adaptando las metodologías y mejorando los procesos de profesionalización para garantizarles su seguridad y formación pregradual.
Me queda claro que, aunque la institución cumpla con los requerimientos de bioseguridad y los trabajadores (directivos, docentes, administrativos y personal de servicios generales y de seguridad) hagan uso de su tiempo para garantizar el uso adecuado y el cumplimiento de los diferentes mecanismos establecidos, la responsabilidad (estudiantil primordialmente) representa algo más que asistir a tomar una clase; es un acto de respeto, cumplimiento y seriedad que se ha consentido desde el núcleo familiar.
Ahora mismo no hay contagios, hay un ambiente de familiaridad y de tranquilidad en el cumplimiento de las actividades que se llevan a cabo, todo este contexto está permeado por la idea de seguridad; resulta necesario que toda la comunidad universitaria entienda que, como se ha demostrado en el territorio nacional, la velocidad de propagación y de contagio de los casos, son producto del descuido y, por lo tanto, requieren fortalecer la responsabilidad juvenil al asistir y permanecer en las instalaciones universitarias. Ya no existen coordinadores de disciplina, ni “libros de anotaciones”, ni llamados de atención, esto es la universidad, un escenario que busca producir nuevo conocimiento.
[1] Jorge Alessandri Romero Novoa. Docente Universitario. La opinión expresada en este documento es de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representa la opinión de alguna Institución Universitaria con la que coincidan estas ideas. [2] Sin contar a los estudiantes cuyas particularidades personales y familiares les condicionaron el retorno presencialmente al aula; estos alcanzaron (en mi caso) un 70% u 80% y se quedaron en casa. [3] Mediante el aval de las autoridades locales se reconoce un conjunto de medidas con las que se busca disminuir el riesgo de contagio por los rebrotes y las nuevas cepas existentes en el mundo, en el país y en la región, mientras se acerca la fecha de vacunación (no para docentes universitarios, por ahora).
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